Foto y texto de Noticias Caracol.
En un colchón pasan la noche ocho menores de edad y dos mujeres embarazadas. Los otros venezolanos hacen turnos de vigilancia para, además de evitar que les roben sus cosas, cuidar a sus hijos de los roedores que hay en la zona.
“A veces los vecinos nos prestan la ayuda para que duerman los niños y que no pasen frío, y nosotros nos quedamos aquí cuidando las cosas”, cuenta Gabriel Montero.
El extranjero, en medio del llanto, dice que vivía en una casa con otros connacionales y “había muchos que no pagaban, pero nosotros sí pagábamos. A mí lo que me duele es que nos sacaron con los niños”.
Elmary Gabriela, otra madre de familia afectada por la situación, afirma que pese a buscar alojamiento “no nos aceptan en ningún lado por ser venezolanos”.
Aunque la comunidad les ha colaborado llevándose de a cuatro niños a sus hogares para que pasen una noche tranquila, la situación para estas familias tiende a empeorar, no solo por el hambre que pasan a diario, sino por las enfermedades producto del frío.
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